martes, 22 de abril de 2014

                                                                   * * *

  Me daba un poco de miedo que conduciera Chartty, pero no me quedaba otra. Nada más montarnos, me dio el casco y me lo puse más rápido que ella, porque sabía que le gustaba salir despacio y luego acelerar a la más mínima posibilidad. Me agarré muy fuerte a ella, -de las dos yo era la más miedosa -, nada más notar la presión, me dijo que me agarrara a la parte de atrás. A ella le gustaba vivir el momento, aunque fuera peligroso, pero yo quería seguir con vida. Se controlaba más cuando montaba conmigo, había tenido pocas ocasiones de observarla conduciendo sola.
No sabía porqué ni cuándo Jackson le dio permiso para poder conducir su moto. Era un poco raro que   Chartty y Jackson hablaran sin que yo no me enterase, pero nunca les pregunté porque sé que son bastante similares, no les gustaban que les preguntaran sobre sus asuntos.
   La moto era una Custom que el padre de Jackson le había regalado por su cumpleaños hacía dos años. A él siempre le daban todo lo que quería, ya que su familia era bastante respetada el la ciudad y su padre era un empresario bastante reconocido en el extranjero. Jackson no solía hablar de sus padres, ya que decía que le daba pena la imagen que daba a la gente. Me sentía tan mal por lo que estaba pasando...
   Un día en el que se le veía muy dolido me contó todo. Gabriel, su padre viajaba mucho a causa de su trabajo y, su madre, Isabel llevaba a su casa casi todas las noches a un hombre diferente desde que él tenía unos cinco años, entonces fue cuando descubrió el surf y se aferró a él. Una vez, el día del cumpleaños de Jackson, su padre estaba en España cerrando un acuerdo y le había dicho a su madre que no podría ir, pero a altas horas de la noche llegó su padre y descubrió a su madre en la cama con otro hombre. Su padre quedó destrozado cuando se enteró, hubo discusiones, gritos, lágrimas... Jackson me contó que a partir de ese día su padre no fue el mismo, él nunca volvió a casa, pero no se divorciaron. Cuando es necesario acuden a fiestas juntos para que la gente no sospeche.
   Llegamos a la playa enseguida, a cada curva que cogía Chartty me daban ganas de gritar, pero por lo menos estábamos vivas. Al quitarme el casco pude sentir la brisa y los rayos del sol dándome la bienvenida. Había bastante gente en la playa, pero pudimos reconocer fácilmente a Jackson y Eric. Eran los únicos que estaban surfeando, todos los demás que estaban en el agua miraban desde sus tablas sonriendo. Nos dirigimos a la orilla y desde allí los contemplamos, empapados, sonriendo, amigos desde la infancia casi.
Sinceramente lo hacían muy bien, aunque no sabía mucho de ese tema, me parecían fascinantes.
Entonces Chartty les gritó.
   -¡Vosotros, los dos únicos pringados que estáis surfeando, venid con vuestras musas! -al decir esto los dos giraron la cabeza y perdieron el equilibrio y cayeron. Chartty era así, se reía y yo también, cómo no, menudo golpe se habían llevado. Salieron del agua y se dirigieron a nosotras. Jackson y Eric sonreían, pero tramaban algo. Eric fue hacia Chartty, mientras Jackson venía hacia mí, ella y yo nos miramos y echamos a correr, aunque en la arena no se podía ir muy rápido. Nos alcanzaron y nos cogieron y nos llevaron hasta el agua, gritando e intentamos zafarnos de ellos pero fue imposible. Eric hizo varias aguadillas a Chartty, hasta que se fundieron en un beso. Jackson mientras sonreía mirando mi cara de medio ahogada.
   -La puedo ahogar -dijo Jackson a Eric.
   -Claro -dijo Eric y se apartó.
   -Oye, ¿es que soy un objeto o algo? ¿Nadie me tiene cariño? -se quejó Chartty.
   -Sí, claro, pero era una ola muy buena -entonces Jackson le echó hacia atrás la cabeza, mientras Chartty ´´sufría``. Cuando levantó la cabeza dio una gran exhalación, luego tosió por varios segundos.
   -Ahora sabes lo que se siente y, por tu broma te voy a llevar a surfear. Vamos pedazo de vaga -le dijo Eric. Cuando vio que no se levantaba, la volvió a coger y la cargó a su hombro como si fuera un saco -, luego os veo chicos.
   -No tienen remedio, bueno, ¿vamos a ir a cenar hoy? -dijo Jackson.
   -Creo que sí o eso dijo ayer Eric.
   -¿Y a dónde vamos a ir?
   -Pues no sé, donde ellos digan.
   -¡Mira Amber, una tortuga volando! -dijo Jackson en un intento de que saliera de mi ensimismamiento.
   -Pregúntale luego a Eric a donde... ¿Eh? ¿Cómo? ¿Dónde? -dije mirándolo extrañada.
   -¿Me vas a decir qué te pasa? -dijo preocupado. Sabía que tenía que decírselo, pero se sabía que se iba a comportar como Chartty o peor. Pero le necesitaba, necesitaba que me apoyase.
   -Te tengo que decir algo y, bueno, no es fácil...
   -¡Dímelo ya, que me estoy poniendo nervioso! -respiré hondo y se lo dije.
   -Quiero volver a patinar -mi tono no sonaba muy convincente, pero sí lo bastante para que se lo tomara enserio.
   Se tomó varios segundos para procesar lo que acababa de decirle, entendía que no quisiera que los volviera a coger pero había pasado ya un año.
   -¿Estás loca? Seguro que Chartty y tú ya lo habíais pensado todo. ¿Quieres que te vuelva a pasar lo de la otra vez? Estáis locas las dos. Ella seguro que por animarte y tú por hacerle caso -estaba muy enfadado, pero tenía parte de razón. Aunque, yo quería volver a ser la de antes, pero no soportaba que metiera a Chartty en todo esto.
   -La idea no fue de Chartty, sino mía y ella por lo menos no me ha dicho todas esas cosas que me has dicho tú. ¿Te acabas de oír verdad? No esperaba que fueras así Jackson, de verdad -decidí que era mejor irme, quería salir de allí. Él me había decepcionado. Salí corriendo de la playa, oía a Jackson gritarme e intentando seguirme, pero me escapaba de sus húmedas manos cada vez que tenía oportunidad. Me daba igual todo, solo me concentraba en las palabras que él me había dicho que tanto daño me habían echo. No pude parar las lágrimas que caían sobre mi cara.
   Los recuerdos estaban volviendo a mi cabeza, había luchado para apartarlos, pero ahora era como cerrar los ojos en una película de terror, pero seguir escuchando los gritos de la protagonista.
   No sé cuanto tiempo estuve corriendo hasta llegar a mi casa, sabía que todas las personas a las que me encontraba se giraban para ver lo que me pasaba. Cuando estuve delante de la puerta de mi casa, intenté sacar las llaves del bolsillo de mis calzonas, pero el pulso me temblaba y cada dos segundos se caían las llaves al suelo. Cuando por fin conseguí meter la llave en la cerradura, -después de muchos intentos -, subí a mi habitación a coger los patines sin pensármelo dos veces. Volví a salir a la calle, me limpié las lágrimas para poder ver mejor y ponérmelos. Respiré hondo varias veces para lograr relajarme, pero cuando me levanté vino un dolor repentino, lo sentía por todo mi cuerpo. Sabía de dónde venía, sabía que no existía, que simplemente era un recuerdo.
   Empecé a ver todo borroso hasta que todo se volvió negro. Mis párpados pesaban y mi cuerpo ya no me hacía caso. Quería agarrarme a algo, pero lo veía todo muy lejos. Sentí como caía y el frío me abrazó.   Cuando abrí los ojos estaba en el salón de mi casa, tumbada en el sofá con un paño de agua fría sobre la frente. A mi lado estaba Jackson, acariciándome las manos.
   -¿Qué ha pasado? ¿Qué haces aquí? -dije confusa, estábamos los dos solos.
   -Solo sé que cuando vine, tenías los patines puesto y estabas a punto de desmayarte. Fue una suerte que lo hiciste cuando ya estaba a tu lado -estaba preocupado, se le notaba en los ojos. Ahora me parecía más normal que me lo prohibiera.
   -Gracias -estaba confusa y mareada, le quería, pero odiaba que me hubiera dicho todo eso en la playa.   Dudaba de mi mejor amiga y, lo más importante, de mí. Quería ser fuerte, pero si no le tenía a él, iba a ser muy complicado.
   Nos quedamos en silencio un rato hasta que decidió retomar la conversación.
   -Oye Amber, lo siento. Estaba muy enfadado cuando me dijiste eso, pero tienes que entenderme, vi todo lo que pasó y no fue agradable. No quiero que te vuelva a pasar, pero sobretodo quiero que sepas que te quiero -me miraba a los ojos con tanta intensidad que tuve que apartarlos. Sabía que decía la verdad, pero necesitaba ponerle las cosas claras.
   -Lo sé, pero no quiero ser más la chica débil a la que queréis proteger. A la que todo le da miedo ahora.   Sabes que yo también te quiero, pero quiero ser fuerte, quiero ser como vosotros, que os caéis y volvéis a levantaros -se me quebraba la voz poco a poco.
   -Amber, pero lo que hacemos nosotros no tiene nada que ver... -intentó convencerme, pero le interrumpí.
   -Claro que tiene que ver, ¿tú sabes cuánto miedo siento cuando surfeas esas olas tan grandes? ¿Sabes acaso cómo me siento cada vez que veo hundirte y no verte en el fondo? Pero lo más importante, ¿sabes cómo me siento cada vez que te veo salir a la superficie sonriendo? -no pude contenerme y empecé a llorar. Jackson estaba mirándome fijamente con esos intensos ojos azules, no sabía lo que pensaba, solo guardaba silencio.
   -Podrás hacerlo, estoy seguro -cogió mis manos y empezó a besarlas.
   -Pero si cada vez que lo intento ocurre esto... -me sentía insegura insegura.
   -¿Te acuerdas cuando estábamos los tres, Chartty, tú y yo? Yo te agarraba de la cintura y Chartty te agarraba de la mano, éramos más pequeños, pero, ¿te acuerdas verdad?
   -Sí, cuando estabais conmigo no me daba miedo caerme -dije sonriendo, ese era uno de los recuerdos más alegres que conservaba. Él me había echo recordarlo después de tanto tiempo.
   -Pues volveremos a estar contigo a tu lado cuando lo intentes de nuevo, volveré a estar a tu lado.
   -Y por eso me enamoré de ti, porque siempre estás ahí, aunque parezcas un viejo gruñón luego -nos reímos y empezó a besarme, le agradecía que me volviera a dar una segunda oportunidad con los patines, estaba feliz.
   -¿Qué tal si empezamos de nuevo cuando nos conocimos? Así tendrás dos versiones de cómo empezaste a montar -las ideas de Jackson eran estúpidas, pero al fin y al cabo buenas ideas.
   -Claro.
   -Hola preciosa, ¿quieres que te enseñe a montar en patines? -puso su mejor cara seductora. Me hacía reír de una forma especial. Le di un beso y miles más, no me cansaba de él.

                                                                      * * *

martes, 8 de abril de 2014

Capítulo 2

                                                                          * * *

 Podría haberme bañado en sudor si hubiese querido. Estaba empapada y agradecía hasta la más mínima brisa. Las gotas me caían por los ojos y me limpié la cara con el dorso de la camiseta.
Llevaba en el skatepark desde que había amanecido y, ya casi era media mañana. Me dolían los pies, las rodillas, las costillas, pero era un dolor bueno. Había estado tan ocupada con los últimos exámenes, el trabajo y la familia, que sentía que me merecía un descanso. Miré al cielo y me senté en el suelo. Había echado de menos esa sensación: la falta de aire a causa de la adrenalina que me causaba patinar.
Llamé a Amber para quedar con ella, pero limpiar un sábado era una gran pérdida de tiempo. Aunque eso me bastaba para salir de casa. Decidí irme cuando ya venían las primeras personas. Ellos empezaban y yo terminaba.
A esa hora de la mañana no había casi nadie por la calle y, eso me encantaba. Parecía que la calle era mía y podía ir haciendo cualquier tontería sin molestar a nadie. Ahora que iba más deprisa, el aire golpeaba mi piel y hacía que se me erizara el vello.
Miré el mar y vi a los pocos surfistas que cogían las primeras olas del día.
Cada vez avanzaba más hacia mi casa me sentía peor y la buena sensación de libertad se estaba yendo. A esa hora, solo estaban despiertas mis dos hermanas pequeñas, pero rezaba para que no lo estuvieran. Por el ruido que formaban siempre despertaban a mi madre de mal humor.
La carretera era mía y los pocos coches que pasaban se me quedaban mirando. Eso me encantaba: destacar en algo a lo que los demás se le daba mal. Me hacía sentir importante en mi mundo. Bailar con el aire era lo mejor que sabía hacer. Varias curvas y rectas hasta llegar a mi casa: un piso de los años sesenta que parecía abandonado. Eran uno de los pocos que quedaban. La fachada era de ladrillo marrón y, si no fuera por la vida que se veía a través de la ventana, serían capaces de demolerlo.
La mayoría de mis vecinos eran ancianos que a duras penas saludaban por las escaleras, aunque era mejor así y no como los típicos ancianos de las películas que escuchaban detrás de la puerta o te preguntaban por cualquier cosa hasta sacarte hasta el más mínimo secreto.
Las escaleras estaban hechas una porquería. La señora de la limpieza casi nunca iba.
Era el típico escenario donde irían unos yonkis a consumir -más de una vez vinieron pensando que el edificio estaba abandonado-. Metí la llave en la cerradura con mucho cuidado para que no se percataran de que entraba. Me asomé un poco por la puerta y el salón estaba vacío. Entré de puntillas y dejé el skate en la entrada. Dí pasos gigantes y giré a la derecha, donde estaba la cocina
y, no había nadie. Fui a la habitación de mis hermanas, abrí un poco y vi que estaban dormidas. La poca luz que entraba, se les reflejaba en sus cabezas rubias y, parecían dos soles. Sonreí y volví a cerrar la puerta. Pasé de largo de la habitación de mi madre porque sabía que a esa hora nunca estaba despierta aunque quisiese. Fui al baño a darme una ducha de agua fría y, me fijé en mi reflejo. Estaba roja, tenía el pelo alborotado y con una herida en el hombro derecho. No había cambiado nada, seguía siendo la misma de siempre.
No me parecía a mis hermanas, que eran rubias con los ojos azules. Ellas eran como mi padre, que apenas habían visto y poco se acordaban de él. Mi madre había quemado todas las fotos donde aparecía, excepto una, que la tenía escondida.
Yo, en cambio, lo único que tenía de rubio eran mis mechas californianas que habían sido producto de una apuesta con Amber.
Lo que odiaba es que yo era como el joven doble de mi madre y me odiaba por eso, pero dejé que esas ideas se las llevara el agua oscura que corría por el desagüe. Sentía cada gota que me caía en la cara como un alivio para todo.
Me tomé bastante tiempo hasta terminar. Luego fui a mi habitación y me puse el bikiny, sabía que lo terminaría utilizando al cabo de la mañana, encima una camisa de tirantes gris y unas calzonas vaqueras. Escuché unos pasos y risas, por lo que supuse que eran mis hermanas. Hice como si no me hubiera dado cuenta y fui otra vez a su habitación, donde seguramente estaban escondidas detrás de la puerta mirando lo que estaba haciendo. Cuando escucharon que me estaba acercando se volvieron a meter rápidamente en la cama, haciendo que chirriaran los muelles, delatándolas. Abrí la puerta y cada una estaba en su cama con una sonrisa en la cara.
Cogí a Stacy, que estaba en el lado derecho y la llevé hasta la cama de Stephanie, al lado contrario. Dejaron ver sus pequeños dientes, pero se resistían a abrir los ojos. Empecé a hacerles cosquillas. Se retorcían y cada vez reían más alto. Al fin abrieron los ojos y se levantaron como un resorte. Yo fui a cogerlas todo lo rápido que pude y abracé fuerte a Stacy, mientras que Stephanie se agarró a mi pierna como un mono.
El ruido era considerable y oí un bostezo que provenía de la habitación de mi madre. Les hice un gesto a mis hermanas para que se callaran. Tenía que irme enseguida, daba igual a dónde tuviera que ir, aunque la puerta estuviera cerrada, sabía que dentro de poco entraría para ver a las niñas.
De pronto, la puerta se abrió y nos miró a las tres.
-¿Es que no puedo dormir tranquila ni un día? -las risas ya se habían acabado y mis dos hermanas bajaron la cabeza a modo de arrepentimiento, menos yo.
-Ha sido culpa mía. Las he despertado cuando me he duchado -rezaba por que no me preguntara si me había ido más temprano a patinar.
-Cómo no, siempre tú. Pues intenta hacer menos ruido -dijo mientras se frotaba los ojos Menos mal por lo menos no se había dado cuenta, pero no podía tomarla enserio con el aspecto que tenía: un pijama con un oso gigante en el pecho de hacía ya muchos años, el pelo alborotado y los ojos hinchados -. ¿Qué hora es?
-La ocho y media.
-¿Qué? Y yo me levanto a estas horas en verano. ¿Es que no podéis dejar de molestar? -dijo mirándonos a cada una y suspiró.
-Cállate, ya te he dicho que ha sido culpa mía. Duérmete si quieres otra vez. De todas formas eso se te da genial -me levanté, la aparté de la puerta y fui a la cocina. No me podía callar, pero sabía que me estaba metiendo en problemas.
-Uh, ¿ya vienes de malas maneras? ¿Sabes que a mí no me puedes hablar así? Sino, ya sabes que fuera de casa.
-Entonces, ¿quién te ayudará a pagar la mitad de la hipoteca?- en ese momento se quedó en callada. Ella apenas trabajaba y, si lo hacía, era limpiadora de una mujer con bastante dinero, que no era nada amable. Yo trabajaba en una tienda de skate y mi padre solo le daba a mi madre la pensión alimenticia de las niñas, que misteriosamente se quedaba en lo justo para la comida.
-Sabes que ese es tu deber. Me tienes que ayudar a pagar, porque vives bajo mi techo -estaba de acuerdo, podía pagarlo sin ningún problema, pero, ¿mantenernos a todas? Un retundo no. Solo lo haría si no tuviera más opción.
-Prefiero irme de casa antes que tener que escuchar tus estupideces -dije indiferente.
-Pues vete. No sabes hacer otra cosa que montar en esa tabla. Como te veas en la calle dentro de unos años no pienso ayudarte -pensaba que podía hacerme daño con esas palabras, pero se equivocaba.
-Si fueras tú la que estuviese en la calle seguro que la cosa cambiaba. Por lo menos yo sé hacer algo, no como tú -fui a la entrada. Me despedí de mis hermanas con un gesto de mano, que estaban sentadas en el pequeño sofá del salón con un semblante triste.
Mi madre me siguió hasta la puerta, gritando cosas a las que dejé de prestar atención y, le cerré la puerta en las narices.
Luego en la calle no sabía qué hacer. Era demasiado temprano para llamar a Amber y no quería molestar a Eric con mis historias familiares, ya que hoy era día de chicos y estaba con Jackson.
Busqué en los bolsillos algo de dinero para ir a tomar algo a una cafetería, pero en vez de eso encontré algo mucho mejor. La copia de las llaves de la moto de Jackson. Esa mañana iba a ser muy divertida.
                                                                 
                                                                       * * * 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 1

Eran las diez de la mañana. Me desperté temprano, ya que los rayos del sol que se colaban por mi ventana hicieron imposible un sueño más prolongado. Sentía el viento colándose en mi habitación y acariciándome la piel. Repentinamente pensé en Jackson. Era sábado y con el buen tiempo que hacía seguro que estaba en la playa disfrutando con sus amigos.  
   Vi cómo la lucecita del móvil se encendía, era un WhatsApp del Jackson. 
Marmota,no voy a ir a tu casa esta mañana,sabes las olas que hay? Son perfectas,luego te llamo.Buenos días :) 
   A Jackson le encantaba surfear y no le reprochaba, cada vez que surfeaba le veía disfrutar haciendo lo que le apasionaba. Hasta le había puesto nombre a su tabla, según él: era su segunda novia, pero él nunca me lo decía y menos cuando insistía. 
Gracias a Chartty lo conocí, ya que era el mejor amigo de Eric, que casualmente era el novio de Chartty, mi mejor amiga. 
   Fui a la ducha para quitarme el sudor matutino que recorría mi cuerpo. La camisa ancha que utilizaba como pijama, se me pegaba a la espalda. Abrí el agua fría y se me erizó el pelo del brazo. Me miré al espejo cuando estaba completamente desnuda. Miré mi cuerpo y, allí estaban todavía algunas cicatrices. Las recorrí con el dedo delicadamente, pensaba que si apretaba mucho volverían a abrirse. Una línea vertical blanquecina, que ya apenas se notaba, recorría casi toda la clavícula. Volvía recordar ese día, solo veía cortas escenas de lo que pasó. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, bajé la cabeza y apreté los dientes. No quería que ese recuerdo volviera a mi nueva vida. 
   Me metí en la ducha y dejé que el agua me tocara. Me percaté de que el móvil estaba sonando. Por lo menos me habían llamado tres veces. Esa era Chartty, le encantaba ser una pesada compulsiva. No me demoré mucho en la ducha y fui enseguida a coger el teléfono. Vi que había tres llamadas perdidas y veinte mensajes. Era Chartty. Decidí llamarla. 
   -Chartty, yo te quiero mucho y tú lo sabes, pero los sábados te vuelves más pesada -dije entre risas. 
   -Encima que me preocupo por ti, imbécil. 
   -No te lo tomes a pecho. 
   -Pues anda y que te den -me colgó, eso era normal en ella, pero yo me preocupé, a lo mejor le había molestado de verdad, pero a los pocos segundos me volvió a llamar. 
   -¿A qué te lo has creído? -dijo riéndose. 
   -Me habías asustado imbécil. 
   -¡Ja! Lo sé, soy un amor. 
   -Claro, claro... Bueno, ¿qué quieres? 
   -¿Quieres venir a la playa? 
   -Necesito colocar mi habitación, ¿me ayudas? Y luego prometo que nos vamos a la playa.  
   -¿Limpieza? ¿Un sábado de vacaciones? Tú estás tonta, pero si vamos luego a la playa, te hago la habitación entera, fíjate. 
   -Que sí, pesada, que luego vamos a la playa a ver surfistas buenorros. 
   -Con mi novio tengo suficiente, gracias.  
   -Sí, sí. Vente ya. 
   -En diez minutos estoy en tu casa -colgó enseguida. La puntualidad no era el punto fuerte de Chartty. Empecé a hacer la limpieza, porque si la esperaba, no terminaría nunca y, también porque quería ahorrarme sus insultos hacia mi vestuario, aunque tenía razón. 
   Al poco rato Chartty ya estaba en mi habitación y empezó a sacar cajas y cajas de debajo de la cama.  
   -Amber, mira ven -tenía una sonrisa extraña en la cara, una expresión dulce que nunca sacaba a la luz. Tenía en su regazo una caja llena de fotografías y cartas de cuando éramos pequeñas. En casi todas estábamos ella y yo aprendiendo a patinar, ella con el skate y yo con mis patines. Empecé a leer las cartas, casi todas eran de Chartty, se mudó una temporada y decidimos escribirnos y no perder el contacto. Me acuerdo que nos escribíamos cada dos días, diciéndole la una a la otra los chicos guapos que había visto.  
   Vi por el rabillo del ojo que Chartty ya no estaba a mi lado, estaba en la esquina más alejada de la habitación, escondiendo algo.  
   -¿Qué es eso que pusiste detrás de las cajas? -me dirigí hacia ella. 
   -¿Eh? Oh, no es nada -Chartty mentía muy bien, pero yo ya la conocía demasiado. 
   La aparté de un empujón y vi mis antiguos patines, sucios y gastados. Me giré para mirarla, se arrascaba la cabeza cabizbaja. 
   -¿Por qué los escondes? -me molestaba que siguieran pensando que no era fuerte, que siguiera siendo la chica que lloraba en su cama a oscuras. Eso ya pasó. 
   -No los escondía, solo los puse ahí -intentó excusarse. 
   -No pasa nada porque los vea, lo he superado. Además los iba a buscar yo... -todavía quedaban restos del accidente que no había superado pero no quería que se preocupase más de lo que ya lo había hecho. 
   -¿Buscar? ¿Para qué? -dijo sorprendida. 
   -Quiero volver a intentarlo. 
   -¿Enserio crees que estás preparada? -dijo preocupada. 
   -¿Porqué no? 
   -Déjalos ahí y luego los arreglamos si nos da tiempo. 
   -¡Vale! 
   Sabía que estaba preocupada y lo entendía, pero había tomado una decisión.  
Terminamos bastante rápido de limpiar, entre risas y recuerdos, me sentía cómoda y creo que Chartty también. Luego fue ella la que me convenció para que fuéramos de compras con la típica excusa de que tenía que renovar mi vestuario, pero quién mejor que Chartty para un cambio radical.  
   -Amber, ¿todavía tienes los recambios en el sótano? -me sorprendió mucho su pregunta. Estaba sentada en el suelo examinando mis viejos patines, concentrada. 
   -¿Entonces estás de acuerdo con que vuelva a patinar?- me sorprendía mucho su actitud. 
   -Eres mi amiga y quiero que seas feliz, además no soy tu madre para decirte lo que tienes que hacer, que también te echará una charla por esto -dijo sonriendo. 
   -¡Claro! Ahora te los doy - fui corriendo escaleras abajo, me hacía tan feliz que lo hubiera superado ella también. Sabía que no era fácil para ella, pero eso demostraba que era una buena amiga. Volví enseguida a mi habitación con herramientas y recambios para que me ayudara a arreglarlos. Chartty era una chica muy hábil con las herramientas y, me parecía normal, porque era la mayor de tres hermanas y su padre no vivía con ellas. 
   Limpiamos los patines y le cambiamos las ruedas y algunos tornillos y, parecían nuevos y todo. Estaba saltando de alegría y fui a darle un abrazo a Chartty. 
   -¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! 
   -Bueno ya está bien, ataque de euforia no, por favor- dijo Chartty apartándome de ella -. Bueno, ¿nos vamos ya? -dijo impaciente. 
   -Ah, vale, pero pensaba en cogerlos un rato -dije desilusionada. 
   -Para el carro guapa, ya tendrás tiempo de cogerlos. Por ahora confórmate con esto. Una cosa, ¿cómo prefieres irte, andando o en moto? 
   -¿Jackson ya te deja coger la moto? Vamos mejor andando, que te conozco -a Chartty le encantaban las motos, pero cuando montaba en una era de todo menos segura. 
   - Jaja , ja. Qué graciosa, ¿desayunaste payaso hoy? Venga vamos si te encanta cómo conduzco, sabes que siempre somos las primeras en llegar a todo. 
   -Pero porque vas a cien en calles transitadas, pero sí tengo que admitirlo, me encanta cómo conduces. Solo te pido una cosa, que conmigo no vayas a esa velocidad, quiero llegar a mi boda. 
   -Yo seré la chofer de tu boda, ¿te imaginas tú con el traje de boda y yo siendo la dama de honor en moto?  
   Era bastante graciosa la imagen y nos estuvimos riendo mucho tiempo, hasta que recobramos la compostura.  
-Bueno, vámonos que nos esperan nuestros buenorros -dije y salimos por la puerta todo lo rápido que pudimos.  

                                                                           * * *                 

martes, 22 de octubre de 2013

NOVEDAD

El agua y el vino.
El calor y el frío.
La playa y la montaña.
El blanco y el negro.
El rubio y el moreno.
La sal y el azúcar.
El llanto y la sonrisa.
La suavidad y la rudeza.
El silencio y el ruido.







Son elementos diferentes, pero si los juntas pueden salir cosas realmente asombrosas.



A una de ellas le encanta hacer skate, 
el rock le apasiona, 
y es medio rubia,
tiene muchos sueños que le gustaría cumplir, pero sabe
que son inalcanzables, en resumen es demasiado realista.
Sus metas son realmente un reto, muestra una personalidad
fuerte y de carácter impredecible, pero realmente esconde mucho.




Otra de ellas, es completamente lo contrario, parece caribeña por su hermoso tono de piel moreno.
Le encanta la moda, es muy cariñosa y soñadora, todo el rato está en las nubes y le encanta ser optimista, sus problemas los afronta con sonrisa y su toque romántico enamora. 
Su secreto es lo único que le hace que se le quite el sueño. 





Nadie diría que fueran amigas, sino que todo lo contrario, pero por ahora o por lo menos todo el tiempo que creen ellas, son la pareja de amigas más llamativa de la ciudad, son inseparables. Nada está por encima de su amistad, pero puede que eso cambie antes de lo que ellas crean, la verdad, es que lo hará.


Puede que haya algo detrás de esta amistad tan especial, 
algo que ninguna se espera, problemas, discusiones, enemistades antiguas, novios... 
Todo está al revés y lo que creían que era bueno o malo, verán que nada es como se ve a simple vista.















                                                                         Las amigas están por encima de todo, ¿no?


viernes, 11 de octubre de 2013

M(arta)&S(ara)

El agua y el aceite.
M(arta)&S(ara)
La sal y el azúcar.
El viendo y el sol.
El calor y el frió.
La playa y el rió.
El llanto y la sonrisa.
Blanco y negro.
La pizza y la hamburguesa.
Lo oscuro y lo claro.
Esas dos mezclas no se parecen en nada, pero de esas mezclas si sacas probecho de las dos pueden salir cosas extraordinarias


martes, 8 de octubre de 2013

Nunca dejare de perseguir mi sueño.

Que al principio daba miedo bueno mejor dicho respeto.
Tirarte las horas y las horas intentando montarte....
Cuando lo consigues la chica mas feliz de la carretera.
Montarte encima del skate y olvidarte de todo, de la gente, solo eres tu y la carretera, tu y el skate.
El pelo rubio suelto y  moviendose al compás del aire, ver que los coches vienen hacia ti pero tu los esquivas.
Te caes, te haces sangre, negrales, rozaduras, pero da igual es mi pasión, me gusta y nunca le cogeré miedo.
Se que es difícil poder coger un skate y ser como un profesional, pero nunca pierdo la esperanza de poder coger mi skate y hacer alguna exivición junto a ellos.
Por ahora me conformo con intentar enseñar a mi amigas, pero se que algún día lo conseguiré, conseguiré llegar a lo mas alto de la cresta y ahí podre decirles a todos los que me decían que no podía hacerlo: "Mirar, ahora¿quien esta mas abajo?.

miércoles, 2 de octubre de 2013

En cuanto le vi, ahí estaba sentado en el mismo sitio de cada día, a la misma hora y con su cigarrillo.
Las ganas de pedirle una calada para saber su sabor de boca, las ganas solo de saber como es su voz.
Ese chico alto de ojos marrones, moreno y siempre con la mirada perdida, ese chico que con solo mirarme corría un calor por todo mi cuerpo, ese que si me mirase alguna vez, el vello se me encaracolaría, todo mi cuerpo temblaría y yo caería rendida en el mismo suelo.
Me atreví, y poco a poco fui acercándome a el, cuando ya estaba demasiado cerca me miro....lo dicho no sabia que responder, que gestos hacer con la cara, solo sabia mirar su cigarro.... el levanto su mano la cual llevaba el cigarro y con una sonrisa en la cara me ofreció.
Cogí el cigarro lentamente, nuestras  manos se rozaron y en ese momento los dos nos miramos, allí fue donde se paro el tiempo.
Cogí el cigarro y lentamente lo fui acercando hasta llegar a la boca, inspire el humo, no se que tenia ese cigarro pero sentía como el humo entraba por la boca hasta llegar a los pulmones, hasta soltarlo lentamente por la boca, le di un par de caladas y se lo devolví.
Cuando me disponía a irme me agarro del brazo, pensé que iba a decirme algo pero no, solo me regalo otro cigarrillo, le sonreí para darle las gracias.
No cruzamos palabra en ningún momento,simplemente con los gestos nos dijimos que nos volveríamos a ver.